miércoles, 3 de febrero de 2010

LA CARNE Y EL ALCOHOL COMO FACTORES EN LA EVOLUCIÓN - en you tube -


CAPÍTULO XI
LA CARNE Y EL ALCOHOL COMO FACTORES EN LA EVOLUCIÓN
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En anteriores capítulos hemos visto como la humanidad infantil era cuidada por guardianes sobrehumanos, provista del alimento apropiado, conducida por el buen camino y escoltada en todos los aspectos hasta crecer y alcanzar la estatura humana, pronta a entrar en la escuela de la experiencia para aprender las lecciones de la vida en el mundo fenomenal. Hemos visto asimismo como el arco iris señala las leyes naturales peculiares a la edad presente y como fue dado al hombre el libre albedrío bajo estas leyes para enardecer y estimular su tímido y asustadizo espíritu, animándole para la guerra del mundo. 
De manera análoga ocurre con el niño irresponsable que ha sido conducido a las aguas bautismales por sus guardianes naturales y que es vigilado durante los años de su infancia mientras sus diferentes vehículos se están organizando.
Al agotarse la sangre paterna almacenada en la glándula "thymus" y emanciparse así el niño de sus padres, despierta a la individualidad, al sentimiento del "yo soy". Ha sido preparado con un conocimiento del bien y del mal con que soportar la batalla de la vida, y en este tiempo se lleva a la juventud a la iglesia y se le da el pan y el vino que le vigorizan y alimentan espiritualmente y también como un símbolo de que, en adelante, es un agente libre, responsable solamente ante las leyes de Dios. Una maldición o una bendición será esta libertad, según el uso que de ella se haga.
En los primeros atlantes la humanidad no era más que una fraternidad universal de criaturas obedientes, sin incentivo alguno de guerra ni disputa.
Más tarde fueron segregándose las naciones y las guerras inculcaron la lealtad a la familia y a los países. Cada soberano fue un autócrata absoluto con poder sobre las vidas y haciendas de sus súbditos, que se contaban por centenares de millones y que rendían sumisión de esclavos y sin murmuración alguna, actitud conservada hasta estos tiempos entre los millones de asiáticos, que son vegetarianos y que no necesitan por consiguiente alcohol.
A medida que el comer carne se puso en boga, el vino llegó a ser una bebida más y más común. Como consecuencia de comer carne, un excelente e importante progreso material se llevó a cabo inmediatamente antes del advenimiento de Cristo, y a causa de la práctica de beber vino, un número cada vez mayor de hombres se revelaban como directores, resultando que, en vez de pocas grandes naciones como pueblan el Asia, se formaron muchas pequeñas nacionalidades, en la porción Sudoeste de Europa y Asia Menor.
Pero aunque la gran masa de gente que formó estas varias naciones, iban a la cabeza de sus hermanos asiáticos como artífices, continuaron obedientes a sus gobernantes y vivieron en sus tradiciones tanto como aquéllos. Cristo les vituperó porque se jactaban de ser de la semilla de Abraham. Él les dijo que "antes que Abraham fuera, yo soy", esto es, El "ego" ha existido siempre. Es su misión emancipar a la humanidad de la ley y conducirla al amor, destruir "los reinos de los hombres" y sus antagonismos mutuos, construyendo sobre sus ruinas "el reinado de Dios". Una pequeña explicación pondrá esto más en claro.
Si tenemos varias construcciones de ladrillo y queremos convertirlas en un edificio mayor, es necesario derribarlas previamente y limpiar cada ladrillo del mortero que los une entre sí. De idéntica manera, cada ser humano ha de ser libertado de los grilletes de la familia y por esto enseñó Jesucristo que: "A menos que el hombre deje su padre y su madre no puede ser mi discípulo".
Debe sobreponerse al partidismo religioso y al patriotismo y aprender a decir con el calumniado y mal comprendido Tomás Paine: "El mundo es mi patria y hacer el bien es mi religión".
Cristo no quiso significar que debamos abandonar a aquellos que pueden pedirnos apoyo o socorro, sino que no debemos permitir la supresión de nuestra individualidad más allá de la deferencia por las tradiciones familiares y creencias.
Por consiguiente Él vino no a traer paz, sino una espada, y a la par que las religiones orientales rechazan el uso del vino, el primer milagro de Cristo
consistió en cambiar el agua en vino. La espada y la copa de vino son atributos de la religión Cristiana, pues con su ayuda las naciones se han despedazado y los individuos se han emancipado. El gobierno por el pueblo y para el pueblo es un hecho en la Europa Occidental y sus conductores lo son más de nombre que de hecho.
Pero la nutrición de un espíritu marcial, tal como el que prevalece en Europa, fue solamente un medio para conseguir un fin. La segregación que ha causado debe dar lugar a un régimen de fraternidad como el que profesó Paine. Un nuevo paso era necesario para hacer esto más cercano; hubo necesidad de hallar un nuevo alimento que actuara sobre el espíritu de tal guisa, que alimentara la individualidad por medio de una afirmación de sí mismo sin opresión de otros y sin pérdida del propio respeto.
Hemos enunciado como ley que solamente el espíritu puede obrar sobre el espíritu y por consiguiente este alimento debe ser un espíritu, pero difiriendo en otros aspectos de los embriagantes.
Antes de describirlo permítasenos ver lo que ha hecho la carne por la evolución del mundo.
Hemos observado previamente que durante la Época Polar el hombre poseía únicamente un cuerpo denso; era como los actuales minerales en este aspecto y, por temperamento, era inerte y pasivo como ellos.
Absorbiendo los cristaloides preparados por las plantas desarrolló un cuerpo vital durante la Época Hiperbórea y llegó a ser como el vegetal, tanto en constitución como en naturaleza, pues vivió sin afirmación propia y tan inconscientemente como las plantas.
Más tarde extrajo la leche de los entonces estacionarios animales. El deseo de este alimento más fácilmente digestible espoleó su esfuerzo y gradualmente su naturaleza de deseos evolucionó durante la Época Lemúrica. Así vino a ser constituído como el reino herbívoro actual. Aunque poseyendo una naturaleza pasional, era dócil y no podía ser inducido a la pelea más que para defenderse a sí mismo, a su compañera y a su familia. Tan sólo el hambre tenía el poder de hacerlo agresivo.
Posteriormente, cuando los animales comenzaron a moverse y procuraron eludir un parásito tan cruel para ellos, la dificultad creciente de obtener el codiciado alimento, aumentó su anhelo a tal extremo, que cuando hubo cazado y apoderado de un animal, ya no se contentó con sorber sus ubres hasta la última gota, sino que comenzó a alimentarse con su sangre y con su carne. Así llegó a ser tan feroz como lo es el carnívoro de hoy en día.
La digestión del alimento carnal requiere una acción química mucho más poderosa y una eliminación más veloz del residuo que aquella producida por una dieta vegetal, como lo prueba el análisis químico de los jugos gástricos de los animales y el hecho de que los intestinos de los herbívoros son muchas veces más largos que los de los animales carnívoros de igual tamaño. Los carnívoros se quedan prontamente adormecidos y aborrecen el esfuerzo.
Aguijoneado por la espuela del hambre el lobo feroz persigue, sin duda, a su presa con firme perseverancia y el brinco del rey de los animales supera en mucho a la velocidad del gamo de pies alados. Por medio de la emboscada la familia de los felinos anula a los más veloces, en sus esfuerzos para escaparse.
La astucia de la zorra es proverbial y las costumbres de la hiena de escurrirse en la noche, al igual que toda su parentela de devoradores de carroña, dan muestras de la profundidad de la depravación resultante de una dieta de carne putrefacta.
Los vicios generados por la ingestión de la carne, pueden resumirse en laxitud, ferocidad, baja astucia y depravación. Nos es posible domesticar a los herbívoros bueyes y elefantes. Su dieta los vuelve dóciles y almacenan en sus cuerpos un poder enorme que utilizan obedientemente a nuestro servicio, llevando a cabo arduos y prolongados trabajos. El alimento carnívoro requerido por las peculiaridades constitucionales de la especie de animales de presa, los hace peligrosos e incapaces de una domesticación completa. Un gato puede arañar en cualquier momento y las ordenanzas municipales en las ciudades son una prueba evidente del peligro de los perros. Además, la energía contenida en la dieta de los carnívoros se expande tan ampliamente en la digestión, que son somnolientos y poco apropiados para trabajos intensivos como lo son los caballos o elefantes.
La pesadez que sigue a una fuerte comida de carne es demasiado conocida para justificarla con argumentaciones, y la costumbre de tomar estimulantes con el alimento es sólo una consecuencia del deseo de contrarrestar los mortales efectos de la carne muerta. El efecto intensificado de celebrar fiestas a base de carne en avanzado estado de descomposición es suficientemente ilustrado en la alta sociedad en que los banquetes de caza "descompuesta" se acompañan de orgías de la más salvaje naturaleza y son seguidas de la satisfacción de los más viles instintos.
El occidental que puede vivir de una dieta limpia, dulce y nutritiva, de vegetales, cereales y frutas, no se vuelve somnoliento a causa de su alimentación; no necesita estimulante alguno. Ningún vegetariano es borracho.
Los sedantes efectos del alimento vegetal se manifiestan en sentimientos más finos que reemplazan la ferocidad alimentada por la carne. Hay muchos que necesitan todavía una dieta mixta, pero la práctica de comer carne ha adelantado el progreso humano más que cualquier otra cosa, excepto, acaso, su vicio hermano... la embriaguez; y aunque no podamos decir que sean bendiciones disfrazadas, no han sido tampoco horrorosas maldiciones, ya que en el reino del Padre todo lo que parece malo trabaja para el bien, de una manera o de otra, a pesar de que no sea aparentemente así en la superficie. A continuación veremos cómo.
Una corporación privada, la Compañía de la India del Este, comenzó y prácticamente terminó, la subyugación de la India con sus trescientos millones de habitantes, pues los ingleses son voraces comedores de carne mientras que la dieta india procura la docilidad. Pero cuando Inglaterra se batió con los carnívoros boers, Grecia se encontró con Grecia y el valor desplegado por ambas partes es una brillante demostración. El valor, tanto físico como moral, es una virtud y la cobardía un vicio. La carne ha alimentado la propia estimación y nos ha ayudado a desarrollar nuestra voluntad, aunque desgraciadamente a expensas de otros seres que conservan todavía una gran dosis de abulia. Ha hecho aún algo más, como a continuación ilustramos.
Como se ha dicho previamente, el gato se ve forzado a emplear la estrategia para ahorrarse fuerza al procurarse una presa, de manera que pueda conservar energía suficiente para digerir la víctima. Así el cerebro viene a ser el aliado de la fuerza muscular. En los antiguos atlantes el deseo de la carne desarrolló la ingenuidad del hombre primitivo y le condujo a preparar trampas para los fugitivos habitantes del campo y del bosque. El cepo del cazador está entre los primeros inventos para ahorrar trabajo, que marcan el principio de la evolución del entendimiento y la batalla sin cuartel y sin flaqueza del entendimiento alimentado de carne por la supremacía sobre la materia.
Decimos "el entendimiento alimentado de carne" y lo repetimos, porque queremos proclamar con énfasis que las naciones que han adoptado el alimento carnívoro son las que más notorios progresos han llevado a cabo. Los vegetarianos habitantes del Asia quedan en los últimos rangos de la civilización. Cuanto más al Oeste viajamos más el consumo de carne crece, así como la poca inclinación hacia los ejercicios corporales y consecuentemente la actividad del entendimiento se ve ascendida a un grado más y más elevado en la invención de objetos para ahorrar trabajo. Los agricultores americanos poseen los acres por millares y recogen cosechas mucho mayores con menos esfuerzo que el labrador del Este, que solamente posee una pequeña porción de terreno. La razón está en que el oriental pobre, mísero y alimentado de grano, tiene solamente sus manos y su azadón que mueve todo el año, día tras día, mientras que el occidental alimentado de carne y progresista, cuida de sus campos con útiles movidos mecánicamente y se sienta tranquilamente mirando como trabajan. Uno utiliza sus músculos y el otro su entendimiento.
Así, pues, el valor indomable y la energía que han transformado la faz del mundo Occidental son virtudes directamente atribuíbles al alimento carnívoro que procura también el amor a la comodidad y a la invención de útiles para ahorrar trabajo, mientras que el alcohol estimula el espíritu de empresa en la ejecución de planes fraguados para procurar el máximum de confort con el mínimum de trabajo.
Pero el espíritu del alcohol se obtiene por un proceso de fermentación. Es un espíritu de descomposición totalmente diferente del espíritu de vida en el hombre. Este espíritu contrahecho alucina al hombre más y más, manteniendo siempre delante de su vista sueños de grandeza y azuzándole a esfuerzos extenuantes del cerebro y del cuerpo a fin de alcanzarlos y obtenerlos. Pero cuando ha obtenido y alcanzado esto comprende el poco valor de todo lo que constituye su presa. La posición frustra pronto a la ilusión respecto al valor de lo que se haya podido adquirir; nada de lo que puede dar el mundo satisface finalmente. Prontamente el próximo trago ahoga la desilusión y el entendimiento se forja un nuevo sueño. Así prosigue con nuevo celo y más altas esperanzas para encontrar el desengaño de nuevo y otra vez, existencia tras existencia, hasta que consigue aprender que "el vino es un burlón" y que "todo es vanidad excepto servir a Dios y hacer Su voluntad".

del libro "Recolecciones de un Místico", de Max Heindel


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