miércoles, 3 de febrero de 2010

PRECEPTOS PRÁCTICOS PARA GENTE PRÁCTICA


CAPÍTULO XV



PRECEPTOS PRÁCTICOS PARA GENTE
PRÁCTICA.


"Si yo debiese lucrarme con los principios sustentados en el Sermón de la
Montaña, me arruinaría en menos de un año", dijo un crítico recientemente.
"Porque la Biblia es altamente impracticable bajo nuestras condiciones
económicas actuales y es imposible vivir de acuerdo con ella".
Si esto es cierto, hay una excelente razón para la falta de creencia del mundo, pero ante los Juzgados se permite al acusado que tenga su defensor y, por lo tanto, examinemos la Biblia antes de juzgarla. ¿Cuáles son los cargos concretos...? "¿Cómo....? ¡Son innumerables!", dijo el crítico; pero para mencionar solamente unos pocos, tomemos algunos pasajes tales como:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, pues de ellos será el reino de los
cielos"; "Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra"; "No te preocupes del mañana, ni de lo que has de comer, ni de lo que has de beber..."
Tales ideas nos señalan el camino de la pobreza".
"Muy bien", dice el apologista, tomemos el último de los cargos
primeramente. La versión del Rey Jacobo dice: "Ningún hombre puede servir a dos dueños. No se puede servir a Dios y al diablo, por consiguiente yo digo, no te preocupes por tu vida, por lo que has de comer ni por lo que has de beber, ni por lo que has de ponerte para cubrir tu cuerpo. ¿Es que la vida no es algo más que el alimento y para el cuerpo no existe otra cosa más que ropas con que cubrirlo...? Contempla las aves en su vuelo. Nada siembran, nada recogen, ni tampoco nada almacenan en graneros; sin embargo el Celestial padre las alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellas...? ¿Quién es el de vosotros que por medio del pensamiento puede añadir una sola pulgada a su estatura...? ¿Y por qué nos hemos de preocupar del vestir...? Fijaos en los lirios del campo. Como crecen. No cultivan ni tampoco hilan, y, no obstante, os digo, que ni el mismo Salomón, en medio de la magnificencia de sus vestiduras, no consiguió adornarse como ellos. Por consiguiente, si Dios viste así de hierba la pradera que hoy está y mañana será arrojada al horno, no os
vestirá a vosotros con mayor razón, ¿oh gente de poca fe? Por lo tanto no os preocupéis, exclamando: ¿Qué comeré? o ¿Qué beberé? o ¿Con qué me vestiré?; pues estas son las cosas que buscan los gentiles; vuestro Padre Celestial sabe muy bien que tenéis necesidad de todas estas cosas. Pero buscad primeramente el reino de Dios y su rectitud y todas estas cosas se os dará por añadidura".
Si a esto se le quiere dar el significado de que debemos malgastar
pródigamente todo lo que tenemos, en una vida desenfrenada o sin provecho, naturalmente que no solamente no es practicable sino desmoralizador. Tal interpretación está fuera de lugar, sin embargo, respecto al tenor y a las enseñanzas de todo el libro, efectivamente, no dice así. La palabra griega Merimnon significa "excesivamente cuidadoso o ansioso" y si leemos el pasaje con esta alteración encontraremos que da una lección bien diferente y, desde luego, enteramente práctica. Mammon es la palabra asiria para las riquezas, deseadas por la gente estúpida.
En el párrafo precedente Cristo les exhortó a no ser esclavos ni sirvientes de las riquezas que deberán abandonar al romperse el cordón plateado y volver el espíritu a Dios, sino más bien a vivir existencias de amor y desvelo y formar tesoros de buenas acciones, las cuales puedan llevar consigo al reino del Paraíso. Asimismo les exhortaba, no estéis excesivamente ansiosos respecto a lo que debáis comer, o beber, o llevar por vestido. ¿Por qué atormentaros? No podéis añadir el canto de una moneda a vuestra estatura ni un solo cabello a vuestra cabeza atormentándoos. Esta es la más agotadora de todas las emociones y nunca hace bien alguno. Vuestro Pare Celestial sabe que
necesitáis cosas materiales, por lo tanto debéis buscar primeramente su reino y rectitud y todo lo que os haga falta os será dado.
Por lo menos en dos ocasiones en las que la multitud seguía en pos de Cristo en lugares separados y lejanos de sus hogares y de las ciudades donde la obtención de lo necesario fuese más fácil, Él lo demostró. Les dio
primeramente el alimento espiritual que iban buscando y luego proveyó a sus necesidades corporales directamente de un manantial espiritual de
aprovisionamiento.
¿Es qué Dios obra diferentemente en estos modernos días? Es seguro que el crecido número de demostraciones de este hecho hará innecesaria la
puntualización de una cualquiera en especial. Cuando trabajemos y roguemos, rogando y trabajando, y hagamos de nuestras vidas una plegaria viviente para la obtención de oportunidades de servir a los demás, todas las cosas terrenas se presentarán espontáneamente a prestar el servicio que de ellas requiramos y vendrá de por sí, en una medida superior, de acuerdo con el grado en que sean
empleadas en el servicio de Dios. Si nos consideramos solamente como
mayordomos y guardianes de lo que poseemos en este mundo, entonces somos realmente "pobres de espíritu" hasta donde se refiera a las ilusorias cosas terrestres, pero ricos en los más perdurables tesoros del reino del Cielo, y si no somos materialistas a ultranza, hallaremos que ésta es una actitud practicable.
No está tan lejano todavía el tiempo en el que el "caveat emptor" (Que el
comprador esté prevenido) era el término característico de los mercaderes que corrían en pos de las riquezas, considerando al comprador como su legítima presa. Poco les importaba que el comprador quedara o no satisfecho de ellos después de haber vendido su mercancía y cobrado su importe. Incluso llegaban a enorgullecerse de dar salida a artículos inferiores que pronto se estropearían, como lo evidencia el lema: "La inferioridad de los artículos es la robustez del comercio". Pero gradualmente, hasta aquellos que desdeñan la idea de mezclar la religión con el comercio y en sus negocios, van dejando atrás aquel "caveat emptor" como lema para su línea de conducta y casi
inconscientemente adoptan el precepto de Cristo: "Dejad que el más grande de todos vosotros sea el criado de todos". Por doquiera insisten los mejores hombres de negocios en patrocinar el empleo de servicialidad al comprador, pues ven que es una política que beneficia y puede ser colocada, por consiguiente, entre los preceptos prácticos de la Biblia.
Pero ocurre algunas veces que, a pesar de sus mejores deseos de servir a sus clientes, alguno de éstos se siente engañado, o enojado por la mala calidad de lo comprado y penetra en el domicilio del vendedor, renegando de sus artículos. Bajo el antiguo y corto de alcances régimen del "caveat emptor" el mercader hubiera meramente sonreído ante el comprador escarnecido o le hubiera arrojado de su comercio. Pero no lo hacen así los modernos negociantes que toman la Biblia como línea de conducta. Recuerdan la sabiduría y prudencia de Salomón al afirmar que "una respuesta dulce y afable desarma la ira" y la sentencia de Cristo de que "los humildes heredarán la tierra" y en consecuencia se excusa por la deficiencia de los artículos, ofrece una bonificación, o una restitución, y deja al comprador, un momento antes iracundo y nada satisfecho, que salga de su casa sonriente e impaciente por encontrar una oportunidad de cantar las alabanzas de un establecimiento en que tan buen trato ha recibido. Así, pues, obedeciendo los preceptos prácticos de la Biblia, refrenando el ímpetu de su carácter, el hombre de negocios gana
nuevos clientes que acuden a él con absoluta buena fe y seguros de ser
atendidos, y el mayor beneficio obtenido en el incremento de las ventas, le
resarce de lo que hubiera podido ganar ofreciendo artículos de baja calidad que hubiesen causado el descontento de sus clientes.
El ser humilde y conservar su ecuanimidad le produce a uno beneficios
excelentes que se convierten en moneda contante y sonante, y mucho más
importante es aún el beneficio moral y espiritual que así se obtiene. ¿Qué
mejor lema para los negocios puede ser hallado en otra parte que en el
Eclesiastés? "La prudencia es mejor que las armas en la guerra. No dejes
precipitar tu lengua, no te apresures nunca a enojarte, pues el enojo descansa en la entraña del loco". El tacto y la diplomacia son siempre mejores que la fuerza, como dice el Buen Libro: "Si queremos domar el hierro, cuanto más duro sea más fuerza es necesaria, pero la prudencia es más provechosa que el método directo". La línea de menor resistencia, siempre que sea recta y honorable, es siempre la mejor. Por consiguiente "ama a tus enemigos y hazles bien aunque te traten despiadadamente".
Es una buena práctica comercial procurar reconciliarse con los que nos han maltratado, porque dejen de hacerlo; y es mejor para nosotros sobreponernos a nuestros malos sentimientos que alimentarlos, pues sea lo que sea lo que el hombre siembre, así será lo que recoja, y si sembramos rencores y bajezas, engendraremos y suscitaremos idénticos productos o resultados en los demás. Igualmente todas estas afirmaciones son aplicables a nuestra vida privada y en nuestro trato social, exactamente lo mismo que en las relaciones comerciales.
¡Cuántas y cuántas discusiones y disputas se podrían evitar con sólo aplicar y cultivar la virtud de la humildad en nuestros hogares...! ¡Cuánta no sería nuestra satisfacción y el placer que saldríamos ganando...! ¡Cuánta dicha entraría en nuestras existencias si en nuestra vida social y en nuestras relaciones comerciales aprendiésemos a hacer a los demás aquello que quisiéramos que nos hicieran a nosotros mismos...!
No hay necesidad alguna del enorme esfuerzo mental que estamos ejecutando a cada instante al preguntarnos qué comeremos y qué beberemos. Nuestro Padre Celestial posee la tierra y toda la abundancia que ella encierra; los ganados de una y todas las colinas y praderas Le pertenecen. Si aprendemos verdaderamente a confiarnos a Él, no haya duda alguna de que el camino de salvar nuestras dificultades lo encontraremos. Es un hecho reconocido por cuantas autoridades han investigado el asunto, que comparativamente mueren muchísimas menos personas de carencia absoluta de recursos que de una sobreabundancia y excesiva indulgencia de sus apetitos. Es una experiencia práctica del que esto escribe y de muchos otros, la de que si ejecutamos diariamente nuestro trabajo con la mejor buena disposición, el cuidado del mañana nos abandona y se encuentra llano. Si marchamos de acuerdo con las instrucciones de la Biblia, haciéndolo todo "como para el Señor" no importa la línea de trabajo honesto que realicemos, estamos también al mismo tiempo buscando el reino de Dios.
Pero si no nos cuidamos más que de que pasen las horas, trabajando por miedo a por favor, no debemos esperar el éxito al final de la carrera; la salud, la fortuna y la felicidad pueden pertenecernos un ratito más, pero aparte del sólido fundamento de la Biblia, no puede existir una alegría duradera en la vida, ni una prosperidad real en los negocios.

del libro "Recolecciones de un Místico", de Max Heindel

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